Es una pregunta rara y bastante raro sería también que alguien en algún momento se la hubiera hecho. Y no es que me quede pegado. De hecho no pensaba volver al tema. Sólo me lo he planteado ahora, porque mi buen amigo Iván -compañero de curso de la generación del 4ºA 1991- desde Estados Unidos me pidió que le mandara fotos del estado actual de nuestro ex-colegio.
Lo primero que llama la atención es el frontis. Allí sólo queda un muro semidestruido en tonos naranjos y azules, detrás del cual ya no hay nada.
El Alejandro -otro gran amigo del curso- me comentó hace algunas semanas que la Laura había rescatado algunos trozos de este muro como recuerdo para la historia, cual alemán que guardó para la posteridad un trozo del Muro de Berlín en proceso de demolición.
A las casas y edificios del vecindario este cambio no parece afectarles en nada. De hecho siguen allí donde mismo. El colegio raro del lado (mirándolo ahora a la distancia, en realidad no era "raro", sólo era diferente del nuestro) no ha sido demolido y tampoco se vé que lo esté siendo el edificio que estaba detrás de la cancha, donde antes del edificio hubo también una casa, a la que íbamos a pedir la pelota a la vecina cuando se nos caía por encima de la pandereta.
Volviendo la mirada al gran hoyo, en él ya no hay ninguna señal que permita reconocer hitos o distinciones espaciales. En ese hoyo ya no hay historia. En ese hoyo no hay nada.
O hay algo por construir.


Así que, como recuerdo, dejo aquí estas fotos del pasado. A fin de cuentas, dentro de ese lugar donde hoy hay un hoyo, más que edificios había personas, hombres y mujeres o niños y niñas.
¿Nos reconoces?