lunes, 18 de enero de 2010

Tratando de entender -sobre la marcha- aquello que termina y aquello que comienza

Se acabó. No va más. Por voluntad del pueblo, ganó Piñera y se acabaron 20 años de Concertación.

No fueron los nulos y blancos, como se pensó hacia el final de la campaña de Frei. Éstos de hecho disminuyeron en relación a la primera vuelta. Habrá que agradecerles a quienes, con todas sus críticas, pudiendo haber anulado o votado en blanco terminaron votando por Frei. La derrota pudo ser mayor.

Tampoco ganó Piñera simplemente reproduciendo los votos históricos de la derecha. De hecho, obtiene la votación más alta de su sector en todos los años desde el retorno de la democracia. Más que el Sí en 1988, más que Lavín en 1999, más que el mismo Piñera + Lavín en la primera vuelta del 2005.

Considerando que el padrón electoral no ha variado en lo sustantivo en 20 años, la única explicación lógica es que personas que siempre habían votado Concertación, esta vez rompieron el tabú y cruzaron la vereda dando su voto a quien nunca antes se lo habían dado.

¿Se derechizó la gente? ¿Hubo traición a principios? No. Más bien Piñera supo conquistar a este segmento volátil mejor que Frei: quinientos mil del millón cuatrocientos de Marco Enríquez-Ominami se fueron hacia su alternativa. La crítica al estilo de gestión política de los partidos de la Concertación tuvo mayor peso que los fantasmas de un regreso del pinochetismo al poder.

En medio de la tristeza de ayer, quise salir a observar en terreno para tratar de comprender mejor. Cerca de las 19:00 hrs. tomé mi auto y enfilé anónimamente por Vespucio hacia Escuela Militar. Los tacos y bocinazos de la gente anticipan lo que viene más adelante: miles de personas en sus autos avanzando hacia el centro. El 90% con banderas chilenas, el 10% restante con bandera con el rostro de Piñera estampado. El ambiente es como de celebración familiar de un triunfo de la selección. No veo banderas de la UDI ni de RN, tampoco de Pinochet. La Escuela Militar misma está tranquila y en silencio, no hay soldados celebrando.

Bajo por Apoquindo hacia Providencia y en el trayecto la caravana es cada vez más grande. Yo, que estoy sólo de observador etnográfico, me salgo de la pista principal y unos cabros jóvenes de un auto del lado se dan cuenta que voy con la cara larga y sin bandera y me echan la talla "ese parece que votó por Frei jajajajaja". No hay agresividad ni violencia y la escena hasta a mí me da risa, entre nerviosa y picada. Banderas y banderas chilenas pueblan el panorama.

"¡Esto es una celebración de pura gente linda!" pienso para mis adentros, cuando justo por Radio Cooperativa se escucha la voz de Pablo Longueira entrevistado, explicando que a su juicio esta victoria hubiera sido imposible sin el trabajo persistente de más de 25 años de la UDI en el mundo poblacional. Son los votos populares los que permiten que la derecha haya avanzado y eso es obra de la UDI, escondida durante la campaña pero más conciente de su rol histórico que nunca. "Lo peor" -pienso en silencio y resignado- "es que tiene razón", mientras afuera de mi auto las familias de clase alta siguen celebrando.

Llego hasta Manuel Montt y enfilo de regreso hacia Ñuñoa. A ver cómo está la cosa en territorio sabatista. Acá la calle está vacía. O bien los festejos se concentran en el eje Apoquindo/Providencia, o bien en estas calles votaron por Frei, o bien la gente está disfrutando de un domingo familiar en sus casas. Tomo Campo de Deportes hasta Grecia y en el sector del Estadio Nacional es lo mismo. Un día relativamente normal, con algunos bocinazos y banderas chilenas aisladas. Acá debe haber ganado Piñera, pero o la gente ya partió al centro a celebrar o están tranquilos en sus casas.

En Grecia con Doctor Johow doblo hacia Plaza Ñuñoa. En la plaza cientos de parejas jóvenes miran felices a sus hijos e hijas jugando, como un domingo cualquiera, completamente ajenos al devenir electoral. No se ven ni tristes ni contentos, este parece ser un día cualquiera. Hago entonces el cálculo mental y me lo explico. Piñera logró más de 3 millones y medio de votos, pero hay 4 millones de no inscritos y cerca de 1 millón de inscritos que no votaron.

Volví a casa después de este pequeño tour con las misma pena que salí, pero con algunas lecciones. A quien le interese hacer o participar en política: hay un mundo "allá afuera" de nuestras propias historias, de nuestros propios dolores, de nuestra propia identidad. Por un lado, el adversario no es el que creíamos: Piñera no es Pinochet. Por otro lado, hacer política implicará cada vez más sintonizar con aquellos que no les interesa la política.

Para la izquierda y lo que se ha dado en llamar "el progresismo", esto significará elaborar discursos distintos de los tradicionales, tanto para hacer oposición como para volver a retomar la fuerza social perdida en estos años.